El veterano disidente Gustavo Arcos Bergnes, fundador del movimiento de derechos humanos en Cuba y símbolo de la resistencia cívica contra el régimen castrista, falleció ayer en La Habana, víctima de un paro cardiorespiratorio, a los 79 años.
El fallecimiento de Arcos se produjo a las 11:30 a.m. del martes en el hospital Calixto García, adonde fue llevado en la madrugada por una recaída en las afecciones que habían debilitado sensiblemente su salud durante el último año. Padecía de Alzheimer, neumonía y trastornos renales, y desde el pasado julio tuvo que ser ingresado en tres ocasiones.
Con la muerte de Arcos se cierra un capítulo legendario de sacrificio familiar por las conquistas democráticas en Cuba durante más de cinco décadas. Para opositores políticos y activistas cívicos dentro y fuera de la isla, su desaparición provoca un profundo vacío en el liderazgo del movimiento disidente en un momento crucial del acontecer cubano.
''Gustavo deja un legado de rectitud moral, de sentido absoluto del deber y de renuncia total a las ambiciones materiales, de poder o gloria'', declaró su sobrino Sebastián Arcos Cazabón, que reside en Miami.
Para el opositor Vladimiro Roca, de la coalición Todos Unidos, ''Gustavo fue una de las figuras emblemáticas del movimiento de derechos humanos'' y ``un hombre íntegro, que hablaba de frente y sin dobleces''.
''Perdimos un gran maestro y un inspirador a la hora de organizar y lograr consensos'', afirmó el ex preso político Ricardo Bofill, creador del ilegal Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH) y principal compañero de Arcos en su largo enfrentamiento pacífico al régimen comunista. ``Un maestro de decencia, de cordura política, de frases firmes pero amables y, sobre todo, de perseverancia''.
Fue en 1983 en la cárcel habanera del Combinado del Este donde se reencontraron Arcos y Bofill y decidieron impulsar juntos las labores del CCPDH, agrupación pionera de la lucha pacífica contra Fidel Castro. Tras la salida de Bofill al exilio, en 1988, y hasta su muerte, Arcos asumió la presidencia de la entidad y lideró múltiples esfuerzos por la liberación de los presos políticos y los derechos civiles en la isla.
''El Comité [CCPDH] de Arcos y Bofill es un punto y aparte en la historia política de Cuba'', consideró el historiador y ensayista Carlos Alberto Montaner. ``A partir de ahí comienza la lucha por los derechos humanos y la justicia en un país que siempre había resuelto sus conflictos de manera brutal''.
Nacido en 1926 en la ciudad de Caibarién, antigua provincia de Las Villas, estudió en la escuela católica de los Hermanos Maristas, junto a sus hermanos menores Sebastián y Luis, y logró ingresar en la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana.
Pero su trayectoria personal dio un drástico giro tras el golpe militar de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952.
La familia Arcos Bergnes entraría entonces en la historia contemporánea de Cuba. Arcos y sus hermanos se vincularon a la resistencia contra Batista a través del Partido Ortodoxo. Luis, quien integraba por esos días las fuerzas del ejército, colaboró incluso buscando uniformes para el asalto armado al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, en julio de 1953.
Arcos figuró en el grupo de jóvenes que acompañó a Castro en la operación armada del Moncada. En el enfrentamiento con las tropas del cuartel, recibió un disparo en la región lumbar que le inmovilizaría para siempre su pierna derecha.
Liberado por la amnistía general de 1955, se sumó a los planes insurreccionales del Movimiento 26 de Julio, exiliado en México. Mientras, su hermano Sebastián se convirtió en líder de las operaciones clandestinas de esa agrupación en el norte de Las Villas.
Arcos permaneció en México al producirse la travesía del yate Granma, desde el puerto Tuxpan al oriente de Cuba, con 82 expedicionarios, en 1956. Su hermano Luis participó en la expedición y murió en los combates iniciales de la Sierra Maestra.
Al triunfo de la revolución encabezada por Castro, Arcos regresó a Cuba en 1959 y tras sus primeras discrepancias con Castro, fue nombrado embajador en Bélgica, Dinamarca y Luxemburgo, en 1961. Inconforme con el rumbo marxista de la revolución cubana, renunció al cargo en 1964 y retornó a la isla, donde fue apresado y condenado a 10 años de prisión por presuntos ``actos contra la seguridad del Estado''.
''Fue un acto quijotesco, a pesar de que amigos cercanos como Guillermo Cabrera Infante le advirtieron que no debía regresar'', advirtió Bofill.
Salió de la prisión en 1969 tras una huelga de hambre, pero permaneció bajo vigilancia policial, impedido de viajar al extranjero aún cuando su hijo mayor sufrió un accidente en Miami que lo dejó paralítico.
Entonces planeó una salida ilegal del país, junto a su hermano Sebastián y otros familiares. El plan fue detectado por las autoridades cubanas y ambos resultaron detenidos en 1981.
Arcos fue condenado a siete años de cárcel por ''intento de salida ilegal del país''. Desde el Combinado del Este, junto a Sebastián, desplegó una intensa faena como vicepresidente del CCPDH. Enfermo de cáncer, Sebastián salió al exilio y murió en Miami en 1997.
''Un día me llegó a Washington una nota de prensa y un dibujo diciéndome que había un comité de derechos humanos dentro de Cuba'', recordó el activista Frank Calzón, director del Centro por una Cuba Libre. ``Inicialmente no lo creí y pensé que era una maniobra castrista, hasta que supe que funcionaba dentro de una cárcel''.
Lo sobreviven en Cuba su esposa Teresita de la Paz y sus hermanos Rosina, Adela, María Helena y Humberto. En México, su hermana Eliana; en Estados Unidos, su hijo menor David y una nieta. Su hijo Gustavo falleció en 1989.
Respetando la última voluntad de Arcos, su cadáver será incinerado hoy.