The New York Times    
June 5, 2002
Reclaman obras de arte expropiadas por La Habana


 
Cuando era un joven arquitecto soltero en La Habana, Manuel de la Torre acostumbraba comprar cuadros de sus amigos artistas, integrantes de un pequeño círculo conocido como la vanguardia cubana. ''Cada vez que conseguía una buena comisión en un edificio, compraba un cuadro'', recuerda De La Torre, que ahora tiene 84 años. ``Cuando me casé quería tener una buena casa con buenos cuadros y esculturas''.

Pero en 1960, ante la radicalización de la revolución cubana, De La Torre, que ya se había casado, decidió emigrar a Estados Unidos. Todo lo que pudo llevarse cabía en una maleta. Sus cuadros y sus esculturas quedaron bajo la custodia de parientes. Posteriormente, ellos también se fueron de Cuba, y la notable colección se dispersó como hojas al viento.

Ahora De la Torre vive en Long Island. Hace un año, estaba leyendo The New York Times cuando en la página E31 encontró la fotografía de uno de sus cuadros, La Hamaca, de Mariano Rodríguez. Estaba anunciando una venta de arte latinoamericano en la casa de subastas Sotheby's y su precio inicial estaba entre $150,000 y $200,000.

De La Torre y su familia rápidamente informaron a Sotheby's de su reclamación del cuadro (su nombre estaba en el catálogo como el propietario original), que ya había sido vendido una vez en Sotheby's. Sorprendida por la reclamación, la casa sacó el cuadro de la subasta de primavera.

Un año más tarde, La Hamaca todavía está en Sotheby's en espera de una acuerdo entre los reclamantes, una situación bastante común para las obras de arte que fueron directamente confiscadas, quedaron abandonadas o se perdieron en Cuba tras la llegada al poder de Fidel Castro.

En la última década, un creciente número de estas obras han reaparecido, puestas a la venta fuera de Cuba. Algunas salieron de la isla por vías diplomáticas, otras se exportaron privada e ilegalmente y algunas, particularmente a principio de los años 90, fueron puestas a la venta en el mercado internacional por el mismo gobierno cubano en su ávida busca de divisas.

A la vez que estas pinturas están reapareciendo, las familias cubanas se están movilizando para tratar de reclamar lo que fue suyo, del mismo modo en que los judíos de Europa han tratado de recuperar las obras de arte confiscadas por los nazis durante el Holocausto.

El caso de las obras cubanas suele ser más oscuro que las saqueadas por los nazis dado las diferentes formas en que estas obras han ido saliendo de la isla. Algunos abogados aseguran que las leyes del embargo comercial de Estados Unidos contra Cuba --especialmente las promulgadas durante los últimos 10 años--, pudieran complicarle la vida a los negociantes de arte o casas de subastas que hayan estado ''traficando'' con obras expropiadas por el gobierno cubano.

Nadie sabe cuántas reclamaciones legales han presentado los cubanos ni a cuántos acuerdos privados se ha llegado. Pero los expertos consideran que ahora los emigrados cubanos le están prestando más atención al asunto.

''Ahora, con la internet, hay más información para averiguar donde están las cosas'', comentó Nicolás Gutiérrez, un abogado de negocios internacionales radicado en Miami.