Posted on Wed, Feb. 16, 2005

 

La Habana demora la salida de disidente gravemente enfermo




El Nuevo Herald

 

Depauperado y frágil, con la urgencia de un trasplante de riñón y su destino en manos del gobierno cubano, el disidente Julio Antonio Valdés Guevara sigue luchando por la vida y la democratización de su país desde un humilde hogar en la ciudad oriental de Manzanillo.

Valdés, uno de los 75 opositores sancionados durante la oleada represiva del 2003, fue beneficiado con una licencia extrapenal el pasado abril en consideración a su delicado estado de salud. Sancionado a 20 años de cárcel, su caso marcó una brecha para la excarcelación de otros 13 prisioneros enfermos en los meses sucesivos.

Pero casi un año después, su situación se ha agravado notablemente, carente de los medicamentos y recursos necesarios, sin que el disidente albergue muchas esperanzas de futuro.

''A estas alturas no espero nada del régimen'', dijo ayer Valdés, de 52 años, en conversación telefónica desde Manzanillo. ``Conmigo no ha habido humanidad, y lo que no me perdonan es que en mi casa sigue alzada la bandera de la oposición''.

Tras su excarcelación, Valdés fue internado en un hospital en La Habana y sometido a pruebas en el Instituto Nacional de Nefrología. Frustrada la posibilidad de que su hija mayor se convirtiera en donante, fue trasladado en julio a Manzanillo, donde recibe ahora hemodiálisis tres veces a la semana.

''Su organismo está descompensado, y cada vez que se somete a la hemodiálisis es terrible'', relató su esposa, Cruz Delia Aguilar. ``El viernes último se desmayó, le bajó la presión [arterial] y estuvo a punto de la muerte''.

Aguilar teme que un procedimiento prolongado de hemodiálisis deteriore sumamente la condición física del paciente y haga imposible el trasplante de riñon en un plazo inmediato. La alternativa más aconsejable es que Valdés viaje con su familia a EEUU, país que ya les ha otorgado visas bajo el programa de refugiados políticos.

Todo el grupo familiar de ocho personas --su esposa, hija, nieto y hermana-- recibió ya la autorización oficial (la llamada tarjeta blanca) para salir del país, excepto Valdés. Las autoridades de Inmigración argumentan que su caso está en el Tribunal Supremo, pendiente de decisión.

''Pero llevamos seis meses esperando y ya los permisos de salida tienen que ser renovados'', aseveró. ``Yo no aceptaré un trasplante en Cuba: no quiero que el Comandante en Jefe [Fidel Castro] diga después que hubo que ponerle un riñón a un contrarrevolucionario''.

Valdés calificó de ''infamia'' las recientes declaraciones de Juan Escalona, fiscal general de Cuba, en tácita alusión a su caso.

''A uno de ellos, a uno de estos 75 desgraciados, se le hizo un trasplante de riñón, a cuenta del estado cubano'', afirmó Escalona en una entrevista durante la Asamblea Iberoamericana de Fiscales, que sesionó en Asunción, Paraguay, el pasado noviembre.

La organización Human Rights Watch (HRW) consideró ayer como una violación flagrante la actitud del régimen cubano al impedir la salida del disidente enfermo, y dijo que llevará el caso ante la próxima asamblea de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra.

''Es una forma más de represión que desafía el respeto a normas internacionalmente reconocidas ante una solicitud humanitaria'', observó Joan Mariner, vicepresidenta de HRW para las Américas.

Valdés piensa que ''la única tabla de salvación'' a su alcance es una campaña internacional para presionar al régimen castrista.

''Qué más puedo esperar cuando los oficiales de Seguridad del Estado siguen viniendo a mi propia casa a amenazarme con el retorno a la cárcel'', expresó el disidente.